“No me gustan las matemáticas, es que yo soy más de letras”; ¿Te suena esta afirmación? Seguro que la has escuchado en más de una ocasión. Pero, ¿a qué es debida esa antipatía a los números? Desde pequeños los estudiamos en el colegio, instituto y en algunos casos en la universidad, por tanto ¿no deberíamos habernos acostumbrado a convivir con ellos, sin problemas?
Si nos parásemos un momento a reflexionar sobre un día en nuestras vidas nos daríamos cuenta de la cantidad de veces que utilizamos las matemáticas sin notarlo; por ejemplo, cada vez que vamos a realizar un viaje hacemos un cálculo del tiempo que nos va a llevar llegar a nuestro destino en función de la velocidad a la que vayamos. Lo mismo ocurre cuando nos dan el cambio al comprar en una tienda… Entonces ¿de dónde viene esa animadversión? Posiblemente se deba a un enfoque incorrecto desde el principio; quizás deberíamos empezar por explicar los conceptos de manera más sencilla, la clave está en no perder de vista el problema que queremos resolver, no podemos caer en los trucos fáciles como “si está multiplicando se pasa al otro lado dividiendo” y al final no saber para qué hacemos esa regla nemotécnica.
Al igual que en nuestro día a día estamos rodeados de matemáticas, ocurre lo mismo en las organizaciones; hay un gran número de departamentos o áreas (Financiero, Marketing, Experiencia del cliente…) que utilizan las matemáticas o las estadísticas de forma habitual en sus tareas. Cuando un área dentro de una organización necesita medir algún aspecto, debe tener claro qué objetivo persigue y cuáles son las herramientas matemáticas más apropiadas para conseguir su fin de una manera rigurosa y científica, permitiéndole tomar la mejor decisión posible para el negocio. Para ello, deben rodearse de expertos en la materia que serán los encargados de buscar las mejores técnicas disponibles en función de las necesidades de partida.
Desde nuestra experiencia en la medición de emociones, nos enfrentamos a menudo con clientes, compañeros y alumnos que se “obsesionan” intentando comprender cada paso que se da al aplicar un modelo estadístico; lo importante no es saber el truco que hay que hacer en cada etapa del método que se esté utilizando, sino perder el miedo en comprender por qué se utiliza una determinada metodología, cuál es su objetivo y su resultado final. Este planteamiento está presente en algunos aspectos de nuestra vida y lo asumimos de forma natural, como cuando hablamos de operaciones de enfermedades complejas y no nos preocupamos en saber qué instrumentos y qué pasos dará el cirujano en su intervención, sino en saber cuál es el objetivo y cuál será el resultado.
Y volviendo al principio, ¿eres de números o de letras? Independientemente de tu respuesta te esperamos en el siguiente post; deseando conseguir que te apasionen los números como a nosotros…
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